LA CONEXIÓN ARGENTINA
Tiene pico de pato, patas de pato, plumas de pato. ¿Es un perro? En el avión que transportó al hombre del maletín de Caracas a Buenos Aires había ocho pasajeros: cuatro funcionarios de Pdvsa, tres funcionarios argentinos –uno de ellos, Claudio Uberti, la mano derecha del ministro de Planificación de Argentina, Julio De Vido– y, por supuesto, Guido Alejandro Antonini Wilson, que viajaba con 800 mil dólares en efectivo. ¿Se trataba de un viaje de turismo? El decomiso de estos cuantos miles destapa una historia turbia que involucra a altos ejecutivos de Petróleos de Venezuela y de su socia en el cono sur, la estatal Energía Argentina SA (Enarsa), cuyos orígenes se remontan al año 2004, cuando se fundaron en aquellas pampas las primeras oficinas de Pdvsa. Pero hay que comenzar por el principio, porque el cuento es largo... y trae colita Sí, todo empezó con una colita. Dice la versión oficial de la estatal petrolera Energía Argentina SA –Enarsa– que sus ejecutivos quisieron hacer “un favor” al darle la cola a cuatro venezolanos en el vuelo fletado que partió el sábado 2 de agosto de 2007 de Caracas a Buenos Aires. Ya en el avión viajaban el ingeniero Exequiel Espinosa, presidente de Enarsa; Claudio Uberti, titular del Órgano de Controles Viales de Argentina y mano derecha del ministro de Planificación de Argentina, Julio DeVido; y la licenciada Victoria Bereziuk, personal de relaciones públicas y de apoyo administrativo de Enarsa. Luego, en Caracas, subieron a bordo los venezolanos Ruth Berhrrenes, representante de Pdvsa en Uruguay; Nelly Cardozo, asesora jurídica de Pdvsa; Wilfredo Ávila, funcionario de protocolo de Pdvsa; y Daniel Uzcátegui Speech, hijo de Diego Uzcátegui Mathew, vicepresidente de Pdvsa en Argentina. Según el comunicado emitido en medio del escándalo por Enarsa, fue Daniel Uzcátegui el que trajo consigo al octavo pasajero, a Guido Antonini, el hombre del maletín. Guido Alejandro Antonini Wilson es literalmente un alien: no es funcionario argentino ni empleado de Pdvsa, como el resto de sus compañeros de viaje.Y aunque es venezolano, reside en Estados Unidos. Tiene 46 años, nació el 8 de abril de 1961, porta la cédula de identidad número 8.579.325 y está registrado para votar en el Consulado de Venezuela en Florida; Miami, para más señas. Antonini es hoy conocido en la prensa argentina como un "multimillonario excéntrico" y de bajo perfil. Sin embargo, según lo confirma una ronda de llamadas a empresarios vinculados con Fedecámaras, Conindustria y la Cámara de Comercio de Caracas, en Venezuela –y en estas circunstancias, mucho menos– "a nadie le suena el nombre". En los registros del imperio, sin embargo, su nombre sí tiene varias entradas. Según datos publicados por el diario La Nación, posee una propiedad valorada en 1.065.000 dólares que adquirió en el 2004. Se trata de un condominio, ubicado en el 727 del boulevard Cradon (condado de MiamiDade), que es también la dirección bajo la que aparecen registradas cuatro empresas a su nombre: Techmilk Inc.; Venuz Supply Inc.; Global Ads Corp.; y Foxdelta Investments. En todos los casos el objeto legal de las compañías coincide: "Todo y cualquier negocio acorde a la ley". En Venezuela, quienes se atreven a mencionar a Antonini lo vinculan con la empresa Venoco, que hasta 2004 fue propiedad de la familia Pérez Recao. Ese año, la empresa fue adquirida por Franklin Durán, Carlos Kauffmann y la empresa Perfoalca de Daniel Albornoz. Aunque hay quienes vinculan a esta empresa con el chavismo, voces más prudentes –se lee hoy en el diario Clarín– prefieren hablar de la empresa petroquímica como una firma "parachavista"; es decir, independiente pero con buenas relaciones con los rojo rojitos. Refiere el mismo diario que, aunque Venoco negó ayer cualquier relación con Antonini, el misterioso hombre del maletín integra el equipo Venoco 2 –junto a Franklin Durán– en el circuito Gumball 3000, un rallyno oficial europeo para pilotos amateur con fuerza en el bolsillo. (Ojo: Y en el Venoco 1 está apuntado Kauffmann). El nombre de Antonini también lo relacionan con Pedro Guerrero, representante en Miami de la firma Armor Holding, subsidiaria de Global BAE Systems. Según la versión que maneja el diario Clarín, el viaje del alienvenezolano tenía como propósito lograr contratos en Argentina para esta última compañía.
ENARSA SE ENGARZA
El comunicado que difundió ayer Enarsa para explicar cómo fue que el hombre del maletín fue a parar en su avión privado, fue redactado en la Casa Rosada, a pedido expreso del presidente Néstor Kirchner. El parte de prensa, es el primero que la empresa estatal de energía, homóloga y socia de Pdvsa en la nación austral, emite desde su fundación hace casi cuatro años; y según dijo un alto funcionario del gobierno argentino al diario La Nación, el mandatario esperó que Hugo Chávez saliera para echarle la culpa: "Para Kirchner no era fácil descargar en Venezuela la responsabilidad del episodio con Chávez en el país". Los nueve puntos del documento, parecen confirmar entre líneas la versión. Según la estatal energética austral, la aeronave fue fletada para un viaje ida y vuelta desde Buenos Aires a Caracas, con salida el jueves 2 de agosto de 2007 y regreso el sábado 4 de agosto.Los tres pasajeros que viajaban a bordo venían a Venezuela a afinar los detalles de la construcción, en asociación con Pdvsa, de una planta de licufacción de gas por 400 millones de dólares; en efecto, el trato se consumó en un acuerdo firmado el lunes por los dos gobiernos. El peso pesado del trío de negociadores era Claudio Uberti, "el hombre de los peajes": titular del Órgano de Control de Concesiones Viales y mano derecha del ministro de Planificación argentino Julio De Vido; este último, a su vez mano derecha de Kirchner. Uberti es el cerebro y operador detrás de todos los convenios suscritos entre Argentina y Venezuela, incluyendo las compras de bonos. Su nombre, además, fue sugerido por De Vido para ocupar la Embajada de Argentina en Caracas en 2005, pero el propio Chávez rechazó la propuesta para darle la chamba a Alicia Castro. Cuenta la historia que, en medio de un almuerzo de negocios en Caracas, los interlocutores venezolanos le habrían pedido "una colita" para los cuatro pedevesos y el hombre del maletín. La estatal Energía Argentina SA (Enarsa) insiste en que ninguno de sus empleados, ni siquiera el influyente funcionario público Claudio Uberti, conocían a Antonini. La empresa también hace énfasis en que el hombre del maletín reconoció que el dinero era suyo, pero no menciona que el venezolano no declaró los dólares en la aduana, tal y como lo obliga la ley. Esto se confirma en el expediente levantado por la Aduana, pero que curiosamente no fue dado a conocer a la opinión sino hasta este lunes 6 de agosto. Hay otras versiones, distintas a la de Enarsa, que apuntan a que Antonini habría dicho primero que llevaba libros. Los agentes de aduana desconfiados, le habrían pedido abrir la maleta de mano azul; éste se negó, aludiendo que era parte de la comitiva oficial de avanzada del presidente Chávez. Otros dicen que dijo que era un empresario inmobiliario, que la plata era para un negocio y que Daniel Uzcátegui –hijo del vicepresidente de Pdvsa, que siempre permaneció a su lado– era su sobrino. La fiscal a cargo de la investigación interrogó ayer a los dos funcionarios de aduana y dos agentes de la policía aeroportuaria que presenciaron el hecho. En una parte de las entrevistas uno de los policías habría dicho que los intentaron sobornar y que recibieron amenazas, pero al final se impuso la orden a gritos de la agente aduanera María Lujan Telpk: "Revisemos y hagamos un acta o todos van presos". Antonini terminó por huir. Sin cargos en su contra, pero con el derecho de reclamar la mitad del dinero que le retuvieron el sábado –cosa que no hizo– Guido Alejandro Antonini Wilson partió el martes 7 de agosto de 2007 a las 6:00 de la mañana del aeropuerto de Ezeiza, en el vuelo 1201 de Aerolíneas Argentinas, rumbo a Uruguay. Coincidiría, apenas una casualidad, con la segunda parada de Chávez y su comitiva presidencial. Se desconoce su paradero actual.
• NEGOCIO IN-DEVIDO
Las primeras sospechas de guisos alrededor de los convenios bilaterales entre Argentina y Venezuela se levantaron poco después de la firma de los acuerdos en el 2004, para el intercambio de petróleo criollo por vaquillonas preñadas y otros productos y servicios gauchos, y por la instalación de una red binacional de estaciones de servicio. Fuentes de Pdvsa revelan que los funcionarios designados para crear y operar la oficina de Pdvsa en Argentina, en octubre de 2004, comenzaron recibir invitaciones para negocios paralelos desde el mismo momento que se instalaron en Buenos Aires. Al principio eran sólo orientaciones de Julio De Vido y Claudio Uberti: compren aquí, hablen con esta persona, vayan allá. En el frenesí y las largas jornadas para echar el proyecto adelante se fueron dejando pasar. Sin embargo, la situación desbordó cuando Uberti se presentó a la oficina del entonces gerente de PDV en Argentina, Alejandro Gómez, con un amigo para ofrecerle un negocio: patrocinar un vehículo gran turismo para un rally. Monto de la pauta publicitaria durante toda la competencia: 1.500.000 dólares. El carro se supone era propiedad de José Luis Lingeri, un prominente líder sindical en el país austral. La cantidad, igual al presupuesto de la oficina venezolana, era imposible de cubrir, y así se lo habría hecho saber Gómez a Uberti. “No nos da bolilla”, fue la respuesta del argentino al venezolano. “Tu estás aquí por nosotros (De Vido y Uberti) ”. El gerente replicó que si era así ponía su cargo a la orden y listo. Pasado el episodio los funcionarios argentinos aplicaron la ley del hielo. No devolvían llamadas y evitaban las reuniones con los venezolanos. Goméz, dice la fuente, regresó a Venezuela a informar la situación.Habló con Diego Uzcátegui (entonces director gerente de la Oficina de la Presidencia), con Rafael Ramírez, y con Alí Rodríguez Araque que entonces presidía el holding petrolero.Para su sorpresa, Ramírez le mencionó un informe enviado por De Vido con quejas por supuestos excesos gerenciales. Goméz no tuvo acceso al documento y más tarde fue despedido. Su cargo lo ocupó, de manera interina, Corina Rodríguez: una funcionaria de auditoría en Pdvsa-Argentina que hizo buenas migas con Uberti. Cabe recordar, por cierto, que el argentino Claudio Uberti fue denunciado en el año 2003 por presunta recolección ilegal de fondos para la campaña presidencial de Néstor Kirchner. Las denuncias no llegaron a nada.Y tras el actual escándalo, Uberti decidió esta mañana poner su cargo a la orden. Patricia Torres Uribe / Maye Primera Garcés, TalCual Digital_________________
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